El amor en la época de internet (y no solo hablo del amor romántico) se parece más a una
App; está hecho de emoticones y a veces relegado solo a la pantalla del móvil.
La gestión de una relación es siempre un asunto
personal y no se pueden establecer reglas sobre el amor perfecto.
De seguro que, respecto al pasado, las posibilidades
de encontrar el “alma gemela” han cambiado. Antes era necesario encontrar una
manera o un amigo que hiciera de trámite, hoy basta descargar una App y ya
estás en contacto con el mundo que te rodea. Se puede encontrar la pareja
estableciendo un radio de acción para la “caza”, sin olvidar ajustar intereses
y costumbres.
En el mundo del always on, el sí digital no necesita intermediarios para
exponerse a los otros. Se hace directamente, con ventajas en términos de
libertad, pero también con todos los riesgos de una relación sin mediaciones.
Parafraseando a Karl Popper, podríamos decir que el
futuro, con internet y con la “psicología de internet”, está abierto. Nos toca
a nosotros dirigirnos hacia un futuro humanamente deseable. Nos toca a nosotros
recordar, precisamente, que internet es una invención, tan poderosa como la de
la escritura o de la prensa, que consiente a seres humanos interactuar,
con diferentes modalidades, con otros seres humanos.
¿Pero cuánto hay todavía de humano en el contactarse
a través de una App? ¿Cuántos han encontrado el amor? La respuesta es,
lamentablemente, pocos.
De hecho si el algoritmo puede ser de ayuda para
encontrar parejas virtuales complejidad de un sentimiento, de una relación, no
deriva realmente del resultado de estos.
El amor moderno pasa por la invención de
la cita sentimental
En el ensayo Labor of Love: The Invention of
Dating, Moira Weigel, historiadora de las costumbres, explica muy bien la
diferencia entre una cita clásica y una moderna.
Hoy, las relaciones se consumen en poco tiempo, son
superficiales y prácticas. Queda poco de la “danza de la que todos conocían los
pasos: él, sentimentalmente libre, le pide salir a ella, también libre, con al
menos tres días de antelación; va a recogerla; la invita al cine, cena,
sobremesa; la lleva a casa y, a menudo, la noche se cierra con un beso en la
puerta. O con un «¿quieres subir a mi casa? ».” La autora prosigue describiendo
la cita contemporánea como “una especie de forma sentimental de prácticas
laborales no remuneradas: ocasionales, rápidas y nunca comprometidas. Porque la
forma en la que nos citamos se parece a la que trabajamos”.
En resumen, en un mundo hecho de precariedad e
incertidumbre, también los sentimientos y las relaciones se convierten cada vez
en más lábiles, mercancías de intercambio, donde creatividad, sacrificio y
compromiso dejan espacio a encuentros fugaces, escaso interés y orientación
hacia el objetivo.
Hoy son suficientes cuatro elementos para encontrar
el “amor” online:
· una foto linda, que muestre los puntos fuertes;
· el nombre adecuado, de apelación;
· un breve resumen de sí y de los propios intereses
principales;
· guinda en la torta: ¡mostrarse simpáticos!
En resumen, nada diferente respecto a la elaboración
de un buen currículum para conseguir trabajo o… pero los likes y los corazones
siguen siendo los puntos débiles de las aplicaciones, porque seguimos midiendo
el interés por emoticones y dejamos de lado lo único que es capaz de decirnos
la verdad… la comunicación, nos encanta seguir en el mundo de la suposición y
no de la realidad como tal.
Nada de miradas, ni timidez, ni mariposas en el
estómago. Una relación con caducidad, que dura el tiempo de conocerse cuanto es
suficiente, a veces poco, para conseguir una cita.
¿Y si esa persona no nos gusta? Basta con cancelarla
o bloquearla y caminar hacia el próximo encuentro.
Con la misma velocidad con la que se puede descartar
un CV .
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