Hasta los seis años, tu hijo dispone de un potencial que no volverá a tener en toda su vida. Y está demostrado que una estimulación adecuada y sistemática, sobre todo durante los tres primeros años, contribuye a desarrollar sus enormes capacidades. Por eso se recomienda que el niño crezca rodeado de estímulos sensoriales y psicomotrices. Es lo que se conoce como “aprendizaje temprano”.
Las vacunas son, tal vez, el mejor representante de la medicina más eficaz: la preventiva. En educación todavía no hemos encontrado un método tan sencillo de administrar para potenciar en los niños la capacidad de aprender, y así prevenir el temido fracaso escolar.La primera idea importante que los padres de un recién nacido deben tener es que todo niño llega al mundo con una enorme capacidad para aprender. Tanto es así que a los 6 años, siguiendo el perfil de desarrollo de Doman-Delacato, un niño ya ha aprendido:
- A entender el lenguaje oral
- A leer el lenguaje escrito
- A reconocer un objeto mediante el tacto
- A caminar erguido en patrón cruzado
- A hablar un lenguaje abstracto, simbólico y convencional
- A escribir este lenguaje
Cuanto más asumidas y automatizadas estén estas funciones cuando nuestro hijo comience la escuela (primaria), más posibilidades de éxito tendrá.
Igualmente es fundamental comprender que ninguna de estas funciones básicas las puede ejercer un recién nacido porque, como seres humanos, heredamos enormes potencialidades para desarrollar a lo largo de nuestra vida, pero muy pocas realidades. La explicación radica en que el niño ya nace con el número de neuronas del que dispondrá toda la vida. Pero una neurona, por sí sola, sirve para muy poco. De hecho, mueren miles de ellas diariamente y no pasa nada. Lo verdaderamente poderoso son los circuitos neuronales que se van formando mediante la estimulación que el cerebro recibe a través de los sentidos y del movimiento. El conjunto de circuitos constituyen una poderosa red que, junto a la mielina que recubre las dendritas y los axones para que la información viaje por las vías nerviosas con rapidez, hace que el cerebro pase de pesar 340 gramos en el recién nacido a 970 a los 12 meses, 1250 a los 6 años. Es decir, se multiplica su peso casi por cuatro.Todo esto nos conduce a lo más importante para el aprendizaje temprano: estos circuitos neurológicos sólo alcanzan la plenitud si, a través de los sentidos y del movimiento, llegan estímulos al cerebro en esta etapa de la vida de la persona. Y lo más importante: estas funciones humanas superiores sólo pueden llegar a su máximo potencial, si se conceden al niño oportunidades de aprendizaje, durante estos primeros años de especial desarrollo neurológico.
Numerosos ejemplos desgraciados ponen de manifiesto esta realidad:
- La evolución de los niños que vivían los primeros años en los antiguos orfanatos es un triste ejemplo en la misma dirección. Como dice Doman, algunos niños no están atados porque son disminuidos, sino que son disminuidos porque han estado atados.
En sentido contrario, los niños con más
posibilidades de éxito a lo largo de la historia han sido aquellos
que en su casa han tenido un ambiente culturalmente rico,
y sus padres, especialmente las madres, guiadas por su amor y su
sentido común, han valorado la cultura y han dado oportunidades a
sus hijos, desde el primer día, para tocar, ver, oír y moverse.
Si el cerebro funciona así, ¿cómo
es posible que todavía haya parvularios que no pongan en práctica
el aprendizaje temprano? Una de las cosas que más cuesta al
ser humano es cambiar sus costumbres. Una muestra evidente de ello es
el teclado “Qwerty”. Ahora, con la electrónica no
hay ninguna razón lógica para mantener este teclado pero, ¿quién
es el fabricante que se atreve a cambiarlo?
En educación pasa algo parecido.
Cuando, por ejemplo, se lleva muchos años actuando y defendiendo que
los niños no son capaces de aprender a leer antes de los 6 años y
que si lo hacen es nefasto para ellos, cuesta mucho reconocer que,
mediante el método de la lengua materna, un bebé de 2 años puede,
no sólo aprender, sino que además le encanta porque se lo pasa
bien.
Afortunadamente, cada vez hay más parvularios, incluso algunas
instancias educativas, que se están dando cuenta de la necesidad de
proporcionar a los niños pequeños oportunidades de aprender. No se
trata de hacer superdotados, ni de pretender que nuestros hijos sean
unos genios. Pero sí se trata de ayudarles a que desarrollen
todas las capacidades que llevan dentro para que
sean unas personas equilibradas e inteligentes.Ignoramos cuáles son las capacidades genéticas y hasta dónde llegarán, pero no nos debe preocupar este hecho porque sobre ello nada podemos hacer. Está fuera de nuestro círculo de influencia. En cambio, sí debemos buscar información y formarnos sobre cómo aprovechar el escaso tiempo de que disponen los padres para con sus hijos en la sociedad actual.
Tenemos la suerte de que las técnicas y métodos de aprendizaje temprano ofrecen a los padres esta valiosa información para que disfruten y se diviertan más con sus hijos y, además, para que éstos alcancen las herramientas suficientes que les permitan, cuando sean adultos, elegir aquello que quieran ser.
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