Indefectiblemente uno llega a cierta edad y
empieza a preguntarse sobre ciertas cuestiones ideológicas, sociales,
espirituales y también recibe las preguntas más comunes sobre el noviazgo,
matrimonio, hijos, etc., etc.
Hace unos días me encontré con un compañero
de colegio al que hacia como 12 años que no veía, nos saludamos y entusiasmados
empezamos a hacernos preguntas sobre lo que nos habíamos perdido de la vida del
otro, la familia, los padres, hermanos, la carrera que cada uno eligió para vivir y por supuesto no podía
faltar “te casaste” “tenes hijos”… esas preguntas en mi repertorio suelen no
estar, pero esta vez era inevitable ya que él las había formulado primero, mis
respuestas fueron: no, no estoy casada,
sigo soltera, no tengo hijos, cambie de carrera y trabajo en un rubro en el que
jamás pensé trabajar mientras persigo mi sueño que está a unos meses de hacerse
realidad.
La cara de mi amigo era fascinante, los
ojos semicerrados, una sonrisa irónica y una interrogante grande que era casi
inevitable notar en las expresiones de su cara lanzo el trillado y esperado
comentario: “Mira que ya te va a pasar el tren si no te apuras” y acto seguido
“cuantos años tenes ya Magali”
En fin, anoche me vino el recuerdo de aquella
charla y decidí escribir.
Tengo 32 años, Soy licenciada en psicología
educacional, siempre quise casarme y tener hijos una vez terminada la carrera,
era como el clímax de la vida que quería tener y que planee para mí, nunca
pensé en otra opción.
lo que no sabía y no tuve en cuenta fue que
una vez terminada mi carrera quería trabajar en mi profesión, busque la manera
de que eso ocurra, tenía una visión diferente de la vida, de mi carrera pero
nunca dejo de importarme el primer objetivo que me impuse.
Pasaron los años, seguía en mí mismo puesto
laboral, termine una relación, conocí a otra persona, me terminaron otra
relación, empecé a sentir que tenía que hacer algo más en mi vida, no me
gustaba ya mi trabajo, mi mamá se enfermó gravemente, de lo que hasta hoy, 5
años más tarde no se recupera, fue un golpe muy duro, costó recuperarme de la
situación familiar que drásticamente había cambiado, se me presentaron nuevos
caminos.
Aguante un año más en mi trabajo donde
empecé a enfermar, en febrero del 2013 me habían detectado una enfermedad grave
y lo injusto del mundo y la vida para mí y mis planes perfectamente calculados empezó
por convencerme de replantearme todo.
Finalmente Salí de mi trabajo, me tome unos
meses para luchar contra mi enfermedad, empezaron a transformase las cosas.
Tenía que repasar si la lista de metas
planteada al comienzo seguía en pie. Me frustro mucho tiempo no casarme, y lo
de los hijos con el tratamiento que recibí se tenía que posponer un mínimo de
dos años. Siempre me gustaron los bebes pero sigo preguntándome si quiero uno
propio.
Me volvieron nuevas ganas, me avoque al
trabajo social 100%, empecé a hacer lo que me gustaba más, empecé a ser
psicóloga de niños en el bañado norte, que experiencia más enriquecedora. Forme
y ayude a miles y miles de niños que pasaban por mis manos, los cuidaba y los contenía
lo más que podía, el proyecto termino luego de dos años de arduo trabajo y me
propuse seguir desarrollando ese mismo proyecto presentando a intendencias de
varias ciudades y buscando el auspicio de empresas privadas a los que le
interese ayudar de verdad a los niños para darles un mejor futuro. Sigo en la
búsqueda…
En resumen, lo que en la película
“requisitos para ser una persona normal” de Leticia Dolera me mostró era una
lista de cosas no fiables para llegar a ser feliz, trabajo, casa, pareja, vida
social, aficiones, vida familiar. Ninguno de los personajes cumplía con todos los requisitos y en la vida
real podemos creer que los cumplimos todos pero hay que empezar a cuestionarse
seriamente si esta lista es necesaria, si sos realmente feliz o no al cumplir
con ciertas metas, no todos los que tienen hijos los querían tener, no todos
están felices con sus matrimonios, algunos no tienen vida familiar, otros odian
sus trabajos y sigue la lista.
No tengo hijos, pero ame y amo a los niños
con quienes me tocó trabajar, los eduque, los cuide, los alimente y vestí, me
preocupan hasta hoy día. ¿Será que sus papas se estarán haciendo cargo de ellos
como yo en su momento? me dirán que no es lo mismo, pero de eso me encargo yo, es como yo lo siento. Amo a mis
sobrinos más que a nada en el mundo.
Tengo un novio que resulta ser la persona
con quien amo complicarme la vida día a día, pero empecé a disfrutar el ahora con un sabor exquisito.
Tengo una familia que sale adelante y lucha
siempre, nunca se da por vencida y es mi ejemplo en la vida para seguir
apostando por mis sueños.
Trabajo actualmente como productora y
periodista, me hice de un grupo de trabajo y amigos realmente geniales, en un
rubro en el que jamás pensé que podía
estar, y amo hacer lo que hago, a la par de seguir apostando por mi sueño del
apoyo escolar.
No estoy en el rango de lo convencional o
de lo que la norma exige, sé que el número puede importar, pero hay
explicaciones que uno se debería de abstener
a dar a cierto grupo de gente.
Dejarse llevar por el instinto de uno
mismo, sin miedo a ser criticado, o excluido, eso sí vale la pena. Vale la pena
vivir Feliz y eso solo se da cuando somos capaces de entender ciertas cosas,
aceptar otras e innovar.
Aceptamos quienes somos, conocemos nuestro
talento, disfrutamos nuestra originalidad y contagiamos alegría.