lunes, 5 de marzo de 2018

ENTRENANDO EMOCIONES



Los lunes definitivamente no son buenos para mi querido club guaraní, y vamos por la segunda nota de Luneró. El legendario sufrió su tercera derrota consecutiva en el campeonato, ésta vez contra independiente por 1-0. Si bien no fue un golpe tan duro como el partido anterior, no deja de ser un golpe.

La frustración es un estado emocional que puede influir de manera negativa en el deportista, sobre todo, porque también puede provocar un gran estado de estrés. Se desarrolla en algunas personas cuando no se cumple su voluntad, es decir, cuando no pueden alcanzar deseos u objetivos que tenían. Ante el desengaño, la persona no tiene claro si es un obstáculo en su camino o una pérdida irreparable. "Por este motivo, suele manifestarse con rasgos mezclados de emociones más básicas, como son la ira (enfado ante un obstáculo) y la tristeza (decepción por la pérdida)".

La frustración en el deporte es un estado habitual. El hecho de competir supone de forma implícita la posibilidad de ganar y perder. En un torneo o en una competencia, perder es sinónimo de fracaso, al no lograr el objetivo por el cual tanto se trabaja durante los entrenamientos. Lo que deja verse claramente cuando toda la afición deportiva lo nota, se apodera de ese sentimiento generalizado en el equipo y exige diferencias que sean reales para todos. Para seguir creyendo, para no dar las espaldas a lo que están en el campo de juego mojando la camiseta con una estrategia de ataque incompleta, porque no están bien emocionalmente, ni en forma  grupal y menos individualmente y un equipo sin estrategias para enfrentar sus errores es un equipo destinado a Fracasar, y para saber esto no hace falta ser un experto.
 No obstante, esta decepción debe formar parte del desarrollo de todo individuo. Cumplir con los deseos aporta seguridad y estabilidad, un aspecto fundamental para el desarrollo emocional.
Lo esencial no es sobrellevar la decepción, sino experimentarla cuando se desarrolle, como emoción que es, y a continuación, superarla. "Sobrellevar un fracaso es una señal de mal ajuste emocional y causa de malestar e insatisfacción en la persona", imagínense más aun en un equipo de personas. En los jugadores jóvenes, la incapacidad de superar contrariedades debido a un bajo nivel de tolerancia provoca malestar y poco disfrute de la experiencia deportiva. A largo plazo, es causa de abandono de la actividad.
El bloqueo emocional es más complicado. "Surge cuando una emoción fuerte y negativa, como miedo, rabia o falta de seguridad, ha quedado conectada a una situación". Entonces, cada vez que el deportista está en una misma circunstancia o similar, siente de nuevo la emoción pasada y eso imposibilita una actuación deportiva normalizada (un ejemplo fue ser eliminados de la copa libertadores y después una aplastante derrota). Para ayudar al equipo y a cada persona de manera individual se cuenta con ayuda de un experto en la materia. No se debe seguir subestimando la ayuda  y más aún, es responsabilidad de los técnicos y directivos aceptar que necesitan de ésta donde ellos ya no son capaces de llegar. Zapatero a su zapato