miércoles, 1 de marzo de 2017

EL ETERNO DILEMA, RESULTADO VS APRENDIZAJE

Esa  exagerada sensación de fracaso al reprobar  un examen bien preparado. Ese dolor al no obtener la respuesta que esperábamos en una interacción social.
¿Cuál es la explicación? ¿De dónde parte el mecanismo que enlaza el valor de uno como persona con los resultados que obtiene en sus conductas?

Existen dos estilos de aprendizaje:
1. Aprendizaje de logro: Aquel que asocia el éxito del aprendizaje a los resultados obtenidos en determinada tarea. Es un aprendizaje de rendimiento; el éxito me convierte en alguien bueno, y el fracaso en alguien malo.

2. Aprendizaje de dominio: El éxito está asociado al control que se incrementa en el  proceso que implica realizar cierta tarea. El fracaso es visto como parte de ese proceso de aprendizaje que pretendemos manejar.

El individuo que evalúa sus acciones mediante un aprendizaje de logro, condena su autoestima a una incesante búsqueda de la perfección. Si tengo éxito en todo lo que hago, soy alguien valido, pero si fracaso, entonces no sirvo.

En la educación general, se prima este estilo de aprendizaje, mediante las formas de evaluación ya habituales. Un niño saca un 2 en matemáticas, y otro un 4. Uno vale y el otro no. No prestamos atención a los puntos de partida de cada uno, a las mejoras, a los procesos, y por lo tanto matamos el aprendizaje.  Educamos a nuestros hijos a no tolerar sus fracasos, a buscar un ideal de perfección que paradójicamente es contradictorio con el ser humano. ¿O acaso conocen algún ser humano sin defectos?

El aprendizaje de domino, propondría una educación más personalizada, en la cual se tiene en cuenta que cada persona, tiene unas características determinadas, sigue un proceso en el que necesariamente cometerá errores, y llega a un objetivo, meta, o potencialidad. Algo que nos permite desarrollarnos, sin poner en duda nuestro valor como personas.


No le digan a un futuro psicólogo que no sirve para estudiar porque ha reprobado Física y Química. Todavía hay gente dispuesta a equivocarse de por vida.